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Mañana España será...

Escrito el 23/08/2023
José Campanario


Hace tiempo dejé aparcado un ensayo que, por título provisional, llevaba el de Ensayo sobre la monarquía.

Y lo dejé parado porque consideraba que yo, empedernido republicano, no podía mantener una postura neutral en un tema en el que la historia, la sociología y las experiencias españolas decantaban la balanza a favor del lado contrario a la institución, como tal, de la monarquía.

Los diferentes monarcas que han pasado por nuestra nación, por España, no han sido, en su gran mayoría, ejemplos a seguir. Unos por haber vendido, literalmente, nuestro país a los invasores, otros por apoyar descaradamente a dictadores, otros por plegarse a las veleidades de dictadores genocidas, otros (y otras) por tener la mano un tanto larga… Y por supuesto, para nada han sido la mayoría, ejemplo para la moral de cualquier persona de bien, de las de verdad, o sea, de las que tienen ética, moral y conciencia.

Además, consideraba en mi adormecido ensayo, que una institución que magnifica los privilegios de una familia y de la casta a la que pertenece (la nobleza), no es ejemplar para un país democrático donde debiera imperar la meritocracia, pero una meritocracia bien entendida. No cabe en una cabeza bien estructurada que por el hecho de ser hijo o hija de un rey, el destino del vástago real, será ocupar el sillón de su padre cuando este falte o abdique, como ha ocurrido en muchas ocasiones. Los privilegios que conllevan ser la primera persona de un país, hay que ganárselos a pulso y, por tanto, no deben ser heredados per se.

Bien es cierto que algunos monarcas han sido peores que otros, y que, unos más que otros, se han escudado en supuestas voluntades del pueblo protegiendo su estrecho y selecto círculo para, en consecuencia, conseguir seguridad y perpetuidad en los privilegios para ellos y sus descendientes.

No me gustaría personalizar ni dar nombres que, por otra parte, todos tenemos en mente. Lo cierto es que, si un ciudadano normal, comete un error, lo paga de manera rápida y tajante, en tanto que esos ciudadanos privilegiados por la sombra de las capas reales, siguen teniendo bula.

Y lo peor de todo es que una institución anacrónica, desfasada e injusta sea mantenida con los impuestos de todos los ciudadanos.

No sé, tal vez termine el ensayo.


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