Sobre las manos

Escrito el 27/04/2024
Gorka Fernández

Las manos son, quizá, la mejor herramienta del ser humano. Escriben —traducen— este texto para ustedes en estos momentos, y su falta o incapacidad, tradicionalmente, se ha considerado como una de las peores tragedias a suceder. Muchos castigos las tienen por objeto y no menos proverbios y frases hechas, también.

Mirando las manos de las personas sabemos sus trances, sus emociones. Incluso, cuando se posee contexto, su nivel de energía y predisposición. La mano blanca de la tensión, la mano lívida de la desafección, el puño de la indignación, el garfio de la ira, la palma mirando al cielo de la compasión; el apretón dominante, el conciliador, el pescado muerto.

Las manos dicen mucho, más de lo que queremos en ocasiones. Conscientes de ello, las personas sujetas a exposición pública suelen adoptar posiciones de control. Una mano cogiéndose otra en actitud firme, pero conciliadora; las palmas juntas o, por el contrario, el movimiento continuo destinado a remarcar lo que se dice. Todo ello pensado para que las manos no digan lo que lo queremos decir —al menos en voz alta—.

Pero como no siempre se puede controlar y siempre hay ojos que ven sabiendo, se pueden ver más cosas de las que se quieren mostrar.

Se puede ver el sobrehumano esfuerzo de una persona sometida a fármacos para controlar el dolor —los canales de sodio y potasio responsables del dolor lo son también de los micromovimientos, por lo que adormecer o bloquear aquellos deriva en temblores pasajeros— al realizar una presentación o una actividad cotidiana.

También se puede ver este temblor en personas sometidas a los estupefacientes. Normalmente, cuanta más presión se ponga sobre la persona, más dependerá de su adicción, y más notables serán los efectos vistos. Los médicos lo llaman síndrome parkinsoniano, al coincidir que esta enfermedad produce temblores en reposo, y la droga y el alcohol también, al interferir con los neurotransmisores y los canales iónicos.

Cabe conocer los contextos y saber leer las causas. También lo que supone la coexistencia de la mano temblorosa y el esfuerzo público; a la par que la escena pública e ir con siete vueltas pasadas. No todos los temblores son iguales, no todas las manos son iguales.