Regresión

Escrito el 13/04/2024
José Campanario

La perogrullada más repetida es que la realidad a veces supera a la fantasía. Pero hete aquí que, de nuevo, el susodicho truismo es de nuevo puesto de manifiesto. Hace tan solo unos días, tres a lo sumo, el Excmo. Sr. Alcalde de Sevilla, tras el petardazo de la privatización de la Plaza de España sevillana, la anulación del premio literario de la Feria del Libro sevillana, y algún que otro hecho «loable», ha puesto nuevamente de manifiesto su torpeza, zafiedad o tal vez muchos piensen que su mala fe y maldad política, al retomar y reponer el nombre a dos calles, que se sepa de momento, de la capital hispalense.

Hasta aquí, ninguna sorpresa en el comportamiento de la derecha de este país en su compromiso por seguir incumpliendo la Ley de Memoria Histórica y su poco o nulo compromiso con la democracia y cualquier concepto amparado por parámetros progresistas. Acostumbrados estamos los ciudadanos a las retiradas de signos que reconocían la implicación de algunos ciudadanos, individualmente o en grupos, con las libertades, la democracia y el pluralismo político. Pero lo de don José Luis Sanz Ruiz, Excmo. Sr. Alcalde de Sevilla, ha sido dar un paso al frente y, como parece que le gusta, con la cara al sol para que se le vea desde lejos con nitidez. Los dos propuestos para su reposición han sido los nombres de Carrero Blanco y Ramón de Carranza.

Lo de nominar de una forma u otra las calles de las ciudades va por épocas y simpatías históricas, pero, evidentemente, no es de recibo reponer el nombre de una de las personas que participó en el régimen dictatorial anterior de una manera tan destacada, ya que llegó a ser la cabeza política visible de la dictadura, y uno de los aspirantes a tomar la herencia franquista para perpetuar la «obra» del general golpista. Tampoco es de muy buen gusto, y desde luego no concuerda para nada con esas declaraciones de los conservadores españoles sobre su identificación con la legalidad y con la Constitución, tratar de reponer el nombre de Ramón de Carranza en la ciudad del río Betis.

Del primero poco hay que decir, con mencionar su nombre, cualquier persona de más de 50 años conoce perfectamente la trayectoria política del Almirante Carrero Blanco. Así pues, nada más que añadir. En cuanto al que fue alcalde de Sevilla durante la dictadura franquista, hay que agradecer sus desvelos por destruir el patrimonio monumental de la ciudad, entre otros el Palacio de Sánchez-Dalp, el Acueducto Romano de la Calle Oriente (Luis Montoto), que llegaba más allá del templete de la Cruz del Campo, el Palacio de Samuel Leví en la Judería… y bastantes edificios más, testigos de la historia y de reconocida valía artística.

Baste tan sólo recordar las palabras que sobre el «insigne» personaje pronunció el golpista General Quipo de Llano: «He de notificar que el alcalde, D. Ramón de Carranza (hijo), más guerrillero que marino y que alcalde, con una columna de Falange y de Guardia Civil, está desarrollando una brillantísima labor. Es un bravo que manda un grupo de bravos. Con lo que no estoy conforme es que con su actuación me quita todos los falangistas de Sevilla, donde tan grandes servicios me prestan, pues al principio salió con un grupo de veinte muchachos, por precaución le añadí fuerzas de la Guardia Civil; ya hoy día opera con cerca de doscientos».

Lo peor del caso es que estos dos hechos puntuales de cambiar el nombre de las dos calles, no han sido reflejados por los medios de comunicación, salvo un periódico digital de corte progresista, y, por lo tanto, han pasado desapercibidos, como tantas otras barrabasadas, para la opinión pública. Aunque, en honor de la verdad, hay que reconocer que estos comportamientos y otros menos honorables aún, suelen ser amparados por la (des)información a la que nos someten algunos profesionales de los medios de comunicación.

Tal vez el sr. Sanz ande un poco desmemoriado, aunque no tiene edad para ello, o pudiera ser que en los colegios de pago donde puede haber pasado su infancia y adolescencia, no le hayan explicado la asignatura de historia como es debido, como se debe explicar: con la verdad y no tergiversando términos, situaciones y hechos. O tal vez sea que los conservadores españoles, andaluces y sevillanos, estén mostrando la patita real, la que tienen que, por lo que parece, de moderados y de amantes de la concordia tienen nada o muy poco.