¿A quién debemos la calle? Federica Montseni

Escrito el 10/11/2021
Redacción

Artículo publicado en el número 1 de tuDesayuno, diciembre de 2021.

Pese a que la placa dicta «Federica Montseni», su apellido era Montseny, y fue más conocida durante la dictadura como Fanny Germain, un «nombre de guerra» con el que escapó de la Gestapo.

Debajo del seudónimo, la mujer, escritora, anarquista, cenetista, sindicalista, política, ministra, la primera de la historia de España. Controvertida y consciente de su tiempo, proyectó en su corto mandato al frente de Sanidad —seis meses en el gobierno de Largo Caballero, II República, con la guerra empezada— la primera ley del aborto, comedores para embarazadas, acogida para la infancia, liberatorios para prostitutas (desde 1935 la prostitución había quedado abolida) y otros muchos proyectos.

Proyectos deshechos en polvo por la costumbre, la urgencia de la sublevación y los sucesos de mayo del 37, con los que salió del gobierno pensando que el único camino posible para realizar cambios sociales profundos sería la revolución.

«En España, no existe feminismo de ninguna clase. Si alguno existiera, habríamos de llamarlo fascista, pues sería tan reaccionario e intolerante que su arribo al poder significaría una gran desgracia para los españoles» escribía en La Revista Blanca, convencida de que el enfoque debía ser humanista. Hoy, es un referente feminista.

Su salida del Ejecutivo la llevó a ser responsable del Departamento de Sanidad de la Comisión de Batallones de Voluntarios donde intentó frenar el avance del general Yagüe. Al final de la guerra, se exilió en Francia, perseguida por la Gestapo desde el 40, «el año del hambre», hasta la liberación del país mientras, con el seudónimo de Fanny Germain, continuaba la lucha contra el franquismo, trabajando para la Junta de Ayuda a los Refugiados Españoles y el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles.

Escribió más de 50 novelas, firmaba artículos en el semanario L’Espoir —La Esperanza— fundado junto a su marido. Volvió en 1977 a España, donde se opuso al régimen del 78 y a los Pactos de la Moncloa y luchó por la devolución del patrimonio incautado tras la guerra al sindicato CNT.

Como muchos de los españoles exiliados, prefirió el recuerdo del espíritu republicano a la realidad constitucional, y regresó a Toulousse hasta su muerte en 1994. En París, un parque homenajea su memoria.