Hoy, en Falacias Inmortales: «Nadie quiere trabajar»

Escrito el 27/07/2022
Gorka Fernández

Traemos hoy la traducción del hilo de Twitter de Paul Fairie, investigador de la Universidad de Calgari (Alberta, Canadá). Fairie hace unos días publicó en la red social del pájaro azul una serie de recortes de artículos periodísticos a lo largo del tiempo, todos con la misma idea central: «nadie quiere trabajar». Igualmente, recogemos aportaciones de otros usuarios al hilo original, pues amplían los límites sociales tocados en este. Hemos señalado el contexto de cada recorte, así como realizado determinados paralelismos, pues el hilo original se reduce a las fotografías.

El texto resultante es necesariamente largo, casi 20 minutos de lectura, pero consideramos que al final del artículo se podrá apreciar el claro patrón de manipulación con que se ha estado queriendo vender la moto y culpar al mecánico —en este caso, el trabajador— del estropicio.

Esta afirmación, la de que los trabajadores «no quieren trabajar», hecha por empresarios de todas las épocas, responde casi siempre más al alza de las demandas salariales y sociales de los trabajadores que, por supuesto, a su voluntad de trabajar. En el caso patrio, tenemos las recientes declaraciones de algunos empresarios hosteleros donde se lamentan que «nadie quiere trabajar». Claro está, los potenciales trabajadores le han contestado en redes sociales que «nadie quiere trabajar CON ESAS CONDICIONES». Todo un alegato a la dignidad en el trabajo.

Hemos elegido deliberadamente recortes de prensa americanos por dos motivos:

  • el pensamiento económico americano y la idea de la ética de trabajo han sido exportados globalmente
  • todos conocemos ejemplos nacionales de medios con las mismas declaraciones. No obstante, dada la polarización político-mediática en España, creemos que tomar un ejemplo con distancia nos permitirá enfocar mejor el tema a tratar.

1878

«El juego de quince, llamado “15-puzzle” por su inventor Sam Lloyd en 1878, fue un éxito increíble. Los empleadores tuvieron que colocar avisos prohibiendo a su personal jugar el juego durante las horas de trabajo, bajo pena de despido. Un periodista francés de la época afirmó que era más nocivo que el tabaco y el alcohol, y responsable de dolores de cabeza, neuralgias y neurosis».

Fun with Maths and Physics, Perelman

Perelman, el autor del libro Fun with Maths and Physics sobre el puzzle deslizante de 15 piezas se hace eco de otros artículos y libros que narran el éxito de este juego (por cierto, atribuido incorrectamente a Lloyd; su inventor fue el cartero neoyorkino Noyes Palmer Chapman). Hemos de situar el foco en cómo eran vistos los trabajadores en la época: como un mal necesario al que hay que inculcar el valor del esfuerzo, porque son disolutos y rebeldes por naturaleza. Cabe recordar que en esta época era común la siguiente estampa.

1894

«¿Por qué todas las minas del país están cerradas por los huelguistas?, ¿qué hará el pobre editor por el carbón el próximo invierno? Cada vez es más evidente que nadie quiere trabajar en estos tiempos difíciles.»

Rooks County Record
Recorte de prensa

La huelga a la que se refiere el recorte periodístico es la de Cripple Creek, Colorado, motivada por una caída en el precio de la plata, lo que desplazó mineros de la plata a minas de oro. El precio del oro era fijo dado que EEUU se encontraba integrado en ese momento en el sistema patrón oro, por lo que la llegada masiva de mineros de plata a las minas de oro redujo los salarios. Esta reducción se justificó por los dueños de las minas por la conservación de los beneficios, exigiendo incluso más horas de trabajo por menos paga.

Este alargamiento pasaba de ocho horas laborales a diez horas, sin cambio en el salario diario de tres dólares. Cuando los trabajadores protestaron por la extensión de la jornada laboral, los propietarios acordaron emplear a los mismos trabajadores durante ocho horas al día, pero con un salario diario de dos dólares y medio.

El efecto de la huelga, según los registros, fue inmediato: todas las fundiciones de Colorado cerraron o con ocupación parcial para finales de febrero de 1894. La reacción de los propietarios mineros fue la contratación de esquiroles y el incremento de la violencia. Para marzo de ese año, la tensión había escalado tanto que intervino la milicia estatal (lo que hoy sería la Guardia Nacional) con 300 soldados, que se disolvería poco después. No contentos con el desarrollo de los acontecimientos, los mineros dinamitaron una mina como respuesta a la contratación de mineros no sindicados. Los propietarios mineros, en reunión secreta con el sheriff, contrataron a más de 1200 «ayudantes» armados, además de pagar a determinados medios para implantar la idea de que los mineros no querían trabajar. A este respecto, cabe recordar las declaraciones en algunas televisiones sobre la última huelga del metal, en Cádiz, hace apenas unos meses.

1905

El Edgefield Advertirser —el más antiguo periódico de Carolina del Sur, impreso desde 1836— publicaba la carta al director News from Cleora (noticias desde Cleora) el 20 de diciembre de 1905, donde un suscriptor se quejaba amargamente de que

«La mano de obra es escasa, demandante y muy poco confiable. Ninguno quiere trabajar por un salario.»

Noticias desde Cleora, Edgefield Advertiser
Recorte del Edgefield Advertiser, primera edición del 20 de diciembre de 1905

1915

«Los niños trabajadores no quieren trabajar debido a la lectura de novelas».

Atención al argumento esgrimido para desacreditar una huelga infantil en un servicio de mensajeros.

«Los mensajeros de bata azul quieren más dinero. Los movimientos conciernen a dos empresas y no están organizados. Las autoridades dicen que el hábito de la novela de diez centavos es el responsable».

«Todos los mensajeros son más o menos adictos al hábito de leer novelas de diez centavos, pero la compañía recientemente contrató a su amplio en la oficina a un chico que fue un récord perfecto en ese sentido.
Habitualmente llevaba consigo no sólo una novela, sino tres o cuatro, algunas de las cuales, sin duda, trataban del paso de la pobreza a yates de vapor y cenas con champaña de mensajeros como él.
Hace una semana o dos, aparentemente como resultado del tipo de pábulo literario que había estado frecuentando, concibió la idea de que los chicos mensajeros de Boston estaban siendo aplastados bajo los talones de un despotismo financiero, y de inmediato comenzó a sembrar las semillas de desafección entre sus compañeros».

De nuevo el trabajo infantil está en la lista (hasta 1938 no sería refrendado su abolición como Ley Federal). Es interesante recordar que en esa época se iniciaron varias huelgas infantiles, y algunas de ellas precisamente tenían por objeto a los propios periódicos. A destacar la huelga de repartidores de prensa (los newsboys, esos chiquillos del «¡Extra, extra!») de Nueva York de 1899 contra dos de los más importantes magnates de la prensa de la época: Joseph Pullitzer y William Randolph Hearst, el primero conocido por el premio que lleva su nombre y ser creador del infoentrenimiento populista y el segundo por hacer negocio del amarillismo periodístico.

Sobre esta huelga, y las condiciones de vida de los repartidores de esta época histórica, así como de sus sueños y demandas, haría Disney un musical, «La Pandilla».

1916

He aquí que The Bighamton Press publica una entrevista con un distribuidor de alimentos con motivo de la escasez de alimentos en los mercados, el 24 de octubre de 1916 para el artículo «Los precios subirán para la cena de Acción de Gracias».

Nadie quiere trabajar.
«¿Qué pasa con las verduras? ¿No ha sido un buen año para las verduras?» se le preguntó al distribuidor. «Bueno, por lo que puedo averiguar», respondió, «la razón de la escasez de alimentos es que nadie quiere trabajar tan duro como antes. Le pregunté a un hombre que estuvo aquí el otro día, ¿por qué no lo hizo?, criar más ganado y hacer su propia mantequilla».
«Las mujeres ya no quieren hacer mantequilla», dijo, y luego preguntó: «¿Sabes a dónde irían los precios si criáramos más terneros y cerdos y hiciéramos más mantequilla? Bajarían».

Recorte de una entrevista en The Bighamton Press

Resulta curioso el paralelismo con nuestra época y, por ejemplo, los problemas de abastecimiento hace unos meses con el aceite de girasol, como ya analizamos en su momento. No obstante, aquí se introduce un segundo tema a tener en cuenta: los precios de los productos en origen. ¿No quieren trabajar tan duro como antes o simplemente es una cuestión de pura rentabilidad esfuerzo/recompensa?

1920

«Se culpa al jazz por la falta de mano de obra agrícola. Ofertas tentadoras de granjero encuentran poca respuesta»

Resulta estremecedor cómo en tan pocas palabras se está diciendo tanto. De lo que se habla en el artículo es de que los trabajos como camareros, músicos y ayudantes de escenografía ligados a las cenas con espectáculo y música puede detraer mano de obra del campo. Aunque no se menciona en el artículo, evidentemente, esa mano de obra es negra.

1922

«¿Cuál es la causa del desempleo y los tiempos difíciles? El fabricante y los hombres de negocios dicen que es porque nadie quiere trabajar más a menos que se les pueda pagar un salario para trabajar la mitad del tiempo y holgazanear la mitad del tiempo.»

Mulberry News

No les recuerda este argumento al empleado por algunos para justificar determinadas condiciones laborales: «es que prefieren la paguita y estar rascándose los [omitido] en el sofá». Como ven, el mismo argumento, en épocas distintas y países distintos sirven para la misma situación.

1926

En un recorte de prensa de Atlantic City, se recogía que los líderes sociales creían que, al adoptarse los electrodomésticos, las amas de casa dejarían de trabajar. Tuvo que salir la Asociación Nacional de Luz Eléctrica, con su presidente a la cabeza, a decir que eran unos cavernícolas

«James E. Davidson, presidente de la Asociación Nacional de Luz Eléctrica, discrepó hoy con los líderes sociales y de bienestar que han declarado que la electricidad, al hacer todo el trabajo doméstico, hará que el ama de casa sea «floja y gorda»».

1937

Los horticultores se quejan de la escasez de mano de obra Ante la escasez de mano de obra cuando el paro es generalizado, los horticultores de melocotoneros se quejan de que «ya nadie quiere trabajar».

Hay trabajo, se informa, para 15 a 25 recolectores de melocotones en cada huerto en los dos condados, pero solo dos a cinco recolectores están trabajando debido a la falta de mano de obra.

«Parece que nadie quiere trabajar en la recolección y el envasado de melocotones o manzanas», declaró un fruticultor del condado de Adams.

York Daily Record, 16 de septiembre de 1937
Recorte del York Daily Record del 16 de septiembre de 1937

1937, Estados Unidos sumida en la segunda recesión (1937-1938) desde la Gran Depresión del 29. Un desempleo de más del 15% (en 1938 llegaría al 19%) y una caída manufacturera del 37%. Los ingredientes perfectos para aplicar medidas de austeridad en la parte más débil, esto es, la de los salarios.

Les invitamos en este año a realizar un ejercicio de sustitución. Sustituyan «melocotones» por «fresas» y «condado de Adams» por «Huelva».

1940

Este año no son los empleadores los que hablan, sino directamente los políticos. En este caso, además, nada más y nada menos que el republicano Gobernador de Wisconsin. Hace gala de su conservadurismo en este recorte de prensa donde deriva el servicio de lavandería del hospital general de Wisconsin a los reos de la cárcel de Waupun. Este modelo de trabajo preso —que en España tendría su reflejo en los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores y las Colonias Penitenciarias Militarizadas, y construirían, por ejemplo, el Valle de los Caídos, o el más cercano, Canal de los Presos— sería el comienzo de una industria mil millonaria que hoy en día paga entre 23 centavos y 1,41 dólares a la hora a los reclusos trabajadores. En pleno siglo XXI.

Después de mencionar la reducción de la factura de lavado de 85.000 dólares al año para el hospital general de Wisconsin al hacer que los presos de Waupun hicieran la colada, el gobernador Heil dijo que quería bajar los impuestos, «pero el problema es que todos están recibiendo ayuda o una pensión, nadie quiere trabajar más».

Wisconsin State Journal, 22 de marzo de 1940
Wisconsin State Journal

1952

Bob Bozeman se marca un escuché esto a alguien en su columna «El lavado semanal», en The Evergreen Courant, donde suelta:

«Escuché a alguien decir el otro día que todo el mundo se estaba volviendo demasiado perezoso y que ya nadie quiere trabajar. Esa es la verdad si alguna vez la escuché.»

Bob Bozeman, columnista de The Evergreen Courant
The Evergreen Courant

Eran los tiempos del presidente Harry Truman —que aprobaría la Ley de Trabajo y Mantenimiento contra los sindicatos— una reorganización de la economía posguerra y grave escasez, numerosas huelgas y la purga, vía orden ejecutiva —decretazos, vaya— de cualquiera que oliera a comunista. Una época en la, al igual que en la Gran Depresión, la incapacidad para recuperar la economía creó el caldo de cultivo para que la mafia creciera.

1969

El mensaje salta a la televisión, tal y como recoge el siguiente recorte del artículo «Cómo es ser pobre», de The Atlanta Constitution.

«El domingo pasado, el primero de los programas trató sobre “cómo se siente ser pobre” y el segmento del próximo domingo se llama «Ya nadie quiere trabajar».

Recorte del artículo del The Atlanta Constitution titulado «Como es ser pobre».

1979

Diez años más tarde el artículo «Simplemente no vale la pena: impuestos, gorrones y ladrones. Demasiado para limpiar» publicado el 9 de mayo de 1979 en el News-Journal jugueteaba con alinear todas las ideas neoliberales en un único pensamiento: los pobres son gorrones que no quieren trabajar —más tarde esta idea se traduciría en no quieren esforzarse lo suficiente y en con que les den una paguita ya les vale—, los impuestos no son más que una carga para el ciudadano —como expresión de que el Estado mete la mano en el bolsillo de cada uno— y evidentemente, con la asunción de que los políticos en el poder —pero nunca los de la cuerda, o los que han demostrado su corrupción— son ladrones.

Para que se hagan una idea, gobernaba Jimmy Carter, que en 1979 creó 9 millones de puestos de trabajo y aumentó el ingreso familiar un 5%. Como vemos, la prensa ya es utilizada abiertamente para crear un determinado estado de ánimo pese a que los datos reales son totalmente diferentes. Es lo mismo que se ha venido haciendo este pasado año cuando España crecía al 5%, se redujo el paro por debajo del 14% y aún así estábamos en las puertas de la catástrofe. Para comparar, con Rajoy España crecía de media un 2,8% y el paro se encontraba en el 15%, y las declaraciones eran que éramos la envidia de Europa.

«Nadie quiere trabajar» dice un empresario disgustado. Y se quedan tan panchos con la cita.

1981

En abril de 1983 el Miami Herald —durante años, azote anticastrista— se marca un artículo de cercanía entrevistando a jubilados. De una de esas entrevistas sale la cristalización de lo que ha calado tras décadas de constante martilleo en la prensa. La misma frase «nadie quiere trabajar», dicha por un ciudadano, no un empresario.

«La agricultura es mi hobby ahora. Pero, estas rocas: contraté a dos muchachos para limpiar las rocas de esta tierra la semana pasada. Pero simplemente hicieron el tonto alrededor. No querían trabajar. Ya nadie quiere trabajar.»

Eddie Knigth

1999

Avanzamos a las puertas del nuevo milenio y aparece un nuevo villano, aún más poderoso que las novelas de diez centavos, la electricidad o el jazz. Aparece el ordenador personal

G.G. Rigsby en el artículo «Los hermanos se alejan de la zapatería», sobre el cierre de una zapatería.

«Nadie quiere trabajar más» dice Cecil. «Ellos todo lo que quieren es trabajar delante de un ordenador y hacer montañas de dinero».

Hablamos de finales de los 90, final de una época en la que machaconamente se ha estado inculcando la noción de éxito del bróker. Para botón, ejemplos como Wall Street, El color del dinero, El dilema, Con el dinero de los demás, El gran farol, Entre pillos anda el juego (en origen Trading Places), o por salirse del ámbito financiero, la misma Ghost, donde se muestra que el antagonista quiere hacerse rico —y es capaz de todo para ello— a través de un ordenador.

2006

Avanzamos un peldaño más en la misma idea que se repite, de forma inmutable, desde 1878. 128 años después, volvemos a ver la frase «nadie quiere trabajar», ahora con un interesante matiz: quien contrata determina que la voluntad de trabajar se mide por el orgullo por el trabajo. Es decir, en plata, el artículo aprovecha la queja de un ciudadano frente a una estafa (de hecho, el artículo se titula así: «Cuidado con los estafadores que se hacen pasar por contratistas») para colar la añeja idea de que, de nuevo, faltan trabajadores porque nadie quiere trabajar. Esta perla apareció en el Ventura County Star, el 14 de agosto de 2006, con pluma de Betty Berry.

Ventura County Star

«No puedo creer la mala suerte que he tenido para encontrar a alguien que haga unas mejoras en la casa. Creo que nadie quiere trabajar y cuando trabajan, no tienen orgullo por lo que hacen. ¿Cómo se encuentra un trabajador confiable?»

Fragmento de entrevista a un ciudadano estafado por un supuesto contratista, en el Ventura County Star

2014

El problema de las falacias es que, en algún momento, sufren contradicciones. Si es necesario decir que «nadie quiere trabajar» no se ha dicho jamás, pues se dice. Esto reforzará la idea de que, hoy, el presente, es el peor momento de la existencia del lector.

«¿Qué ha pasado con la ética del trabajo en América? Ya nadie quiere trabajar. No siempre ha sido así. Cuando comencé a trabajar cuando era adolescente, vi a la gente trabajar duro.»

Sam Brassel, en el artículo «Desde el Corazón del Pastor… Ética de Trabajo», en el rotativo Germantown News, el 29 de enero de 2014

2022

Llegamos al presente año, el año de la Gran Dimisión, el año en que millones de trabajadores americanos, empujados por la inflación (9,1%) y la nula protección de su sistema social, están abandonando en masa sus trabajos al no compensar los salarios que reciben los costes de la vida. Para los 4,5 millones de estadounidenses que abandonaron voluntariamente (sin que les esperase otro) sus puestos de trabajo en noviembre de 2021 había más razones: el nulo respeto en sus puestos, la escasa posibilidad de promoción, la falta de oportunidades… Los trabajadores del país de las oportunidades se encontraban, masivamente, encasillados, sin opciones.

Fragmento del artículo de Forbes sobre la Gran Renuncia

Según una nueva encuesta publicada por TinyPulse, 1 de cada 5 líderes ejecutivos está de acuerdo con esta afirmación: «Nadie quiere trabajar». Estos mismos líderes citan una «falta de respuesta a las ofertas de trabajo» y «candidatos de mala calidad» al describir por qué es difícil contratar en este momento. Una encuesta de Gallup dice que el compromiso deficiente de los empleados es una señal de mala gestión global y señala que el 86 % de los empleados no están activamente comprometidos en el trabajo.

«Nadie quiere trabajar»: el porqué detrás de la Gran Dimisión

No obstante, y por primera vez, el artículo (aquí completo, en inglés) se pregunta sobre las razones que mueven a un trabajador a «no querer trabajar». Y lo que es más, por primera vez en este periplo de 144 años de recortes, un artículo pregunta a los trabajadores por las razones para «no querer trabajar».

Y resulta que hay una respuesta: Págame bien, fórmame bien, trátame bien.