¿Cómo será La Rinconada dentro de 10 años?

Escrito el 10/11/2021
Redacción

Artículo publicado en el número 1 de tuDesayuno, diciembre de 2021.

El progreso, la transformación, el cambio forman parte de nuestras vidas. Más aún si hablamos del desarrollo de una ciudad que muta ante nuestros ojos. Común resulta la expresión «ya no reconozco esta zona, es todo nuevo».

Pero, ¿si pudiéramos dedicar un tiempo —bien siempre escaso en nuestras vidas— para analizar los diferentes planes públicos y privados? ¿Podríamos ver cómo será nuestra ciudad dentro de diez años?

TuPeriódico realiza un viaje analítico a nuestro futuro menos inmediato, juntando las piezas del puzle del desarrollo local y cómo este afectará a todos los aspectos de nuestra vida vecinal.

Antes de comenzar, debemos situar el origen de nuestro viaje. En otras palabras, conocer nuestra ciudad y su desarrollo hasta nuestros días.

Huelga decir que la nuestra es una ciudad con dos historias, dos almas nacidas de tiempos diferentes. La Rinconada, nacida del hospital fundado por Fernando III de Castilla y la posterior capilla de Nuestra Señora de los Dolores, núcleo de crecimiento lento, de carácter rural.

Desde este momento, las dos almas vivirían separadas la una de la otra, con crecimientos dispares, San José disparado por la afluencia de obreros, La Rinconada apegada a su motor agrario.

Vemos, hoy en día, como comienzan a ponerse las piedras de la tan deseada unión —una apuesta que no siempre fue tan sólida ni popularmente apoyada—, ladrillos de cohesión que tuvieron que transitar despachos, tribunales e instancias superiores.

Ocho años de parón fueron la condición para integrar el sueño de la gran ciudad del norte de Sevilla en la conurbación de la capital, en ese otro sueño de futuro, la Gran Sevilla.

Con los moldes hechos, los planes aprobados y las constructoras a punto —una crisis como la de 2008 no la supera todo el mundo—, las dos ánimas se prestan para unirse en un abrazo metafórico y literal. Un abrazo que cambiará la faz de esta ciudad, sus servicios y población, a lo largo de los próximos diez años.

Población

Todo crecimiento urbano es impelido por el habitante, razón y unidad básica para contabilizar qué, cuándo y cuánto.

Atendiendo a los planes de vivienda disponibles y a los nuevos desarrollos proyectados, al menos seis nuevas barriadas verán la luz, atrayendo a más de 12.000 personas a sus calles y parques.

Esa nueva cifra total, más de 50.000 habitantes, cambiará de forma radical la necesidad de servicios escolares, médicos, dotacionales; en definitiva, mucho más gasto para los munícipes. No obstante, los ingresos también se verán afectados, no sólo por la mayor recogida de tributos locales —IBI, circulación, basuras y otros—, también por la mayor porción que el Estado destinará: La Rinconada pasará a atenderse como ciudad mediana, y su población, a ojos de la administración, equivaldrá más de 75.000 personas. La modificación del coeficiente de participación de tributos para llegar a 1,40 es algo que toda administración local persigue, y no será de extrañar que, a falta de poco para superar los 50.000 habitantes, el consistorio lance una agresiva campaña de empadronamiento. El coeficiente de participación es la cifra por la que se multiplica la población real, y atiende a la necesidad de dinero para hacer frente al desfase de población entre el censo oficial, de un año de antigüedad, la población real y el crecimiento vegetativo de la misma. Ahora mismo, La Rinconada tiene un coeficiente multiplicador de 1,30, un censo oficial a 1 de enero de 2020 de 39.062 personas y un crecimiento de 59 personas, según datos de 2019.

Más gente, aún en mayor espacio, supone más saturación de los servicios e infraestructuras existentes, una realidad que el ayuntamiento reconoce en su recién publicado Plan de Movilidad Urbana Sostenible —tema del siguiente número—, en el que se exponen los retos, que en materia de movilidad, tendrán que afrontarse más pronto que tarde.

Así, un autobús infrautilizado, un viario con graves problemas de saturación actual y comunicaciones deficientes entre los núcleos y con el exterior, se verán empujados sobre su límite conforme la población crezca, al tiempo que deben soportarse los requerimientos y desvíos inevitables de las obras necesarias. Como ejemplo, sirva de botón las obras que, de no ha mucho tiempo, abandonarán los terrenos de Haza de la Era para ocupar la propia «carretera vieja», a la que no sólo le cambiará la cara y el nombre, también le crecerá una rotonda y cuyo comienzo dejará de estar en el Cruce, para estar en La Turronera.

Comercio

Con la crisis de 2008 —de la que apenas salimos— y el zarpazo del COVID, el comercio local se encuentra más débil que nunca, buscando su hueco en un mundo cada vez más globalizado donde la uberización de la economía y el comercio electrónico se están llevando el gato al agua. Eso, sin hablar de la instalación de grandes superficies que ofrecen una experiencia de compra integral, a precios cada vez más altos.

El panorama a una década no es amable con la pequeña tienda de barrio, el comercio de cercanía, con una fotografía de calles comerciales repleta de locales vacíos. En el presente, podemos observar el avance de ese futuro en calles como Madrid o San José, donde el comercio tradicional es sustituido por sucursales de grandes empresas o simplemente, por la persiana metálica bajada.

Nuestros hábitos de consumo tienen mucho que ver en ello —la cómoda compra por Internet— pero también el traslado de las zonas de interés. Dentro de algunos años, la zona comercial de los dos núcleos se verá desplazada hacia las nuevas zonas residenciales, más prósperas, precipitando cierres en masa. Por añadidura, la instalación de grandes empresas en el anunciado centro logístico no propiciará más juego a las pequeñas empresas de transporte y manipulación, ni más facilidades a los comercios locales, que tienen, ahora más que nunca que hacer suyo el dicho «renovarse, o morir».

Empleo

Unido intrínsecamente al apartado anterior está el empleo. Tenemos claro que en un escenario de crecimiento demográfico se producirá uno económico; por demás, La Rinconada lleva creciendo, más o menos, desde hace años. En el lustro 2015-2020, el crecimiento local fue del 10%, el de España, de apenas el 3%. Este crecimiento trajo una reducción del paro de más de 1.300 personas, un empleo con una tasa de temporalidad cada vez mayor (el 93%) y más precario, pero empleo al fin y al cabo.

Sobrevuelan nubes de discordia en el Gobierno de coalición precisamente a cuenta de la Reforma Laboral, pero podemos aventurar que los mínimos de reducción de la temporalidad —hito exigido por Europa, de todas maneras—, y fijación del empleo joven y mayor de 52 años estarán incluidos en el texto final.

Con estos bretes, una mayor presencia de grandes empresas pero más robotizadas, podemos dibujar una leve bajada del paro propiciada por la traslación masiva de trabajadores al sector servicios, la especialización de trabajadores en la aeronáutica —si los hados acompañan y no asistimos a deslocalizaciones—; el sector agrario continuará su sangrado de trabajadores, vaticinado ya en el PGOU de 2007 y al que, además, se le restarán tierras de cultivo tanto por la urbanización de las mismas como por las nuevas políticas comunes —las PAC—, aún más restrictivas.

Política

Quizá, el futurible más complicado de vaticinar sea el comportamiento político de la ciudad a una década. Cabría esperar que, habida cuenta de los logros hasta el momento, el PSOE cuente con el mandato y la mayoría para las próximas dos legislaturas.

No obstante, debemos tener en cuenta que la entrada de nuevos votantes modificará no sólo el trazado urbano, también la composición del ayuntamiento. Para empezar, tras superar los 50.000 habitantes, aumentarán hasta 25 los escaños. En las últimas elecciones, cada escaño costó 820 votos tomando en cuenta la abstención (del 42%) y los votos en blanco, lo que tras la inyección de miles de nuevos votantes —de los que no podemos conocer su sentido de voto— puede derivar en un vuelco electoral.

Realizando un ejercicio de política ficción, y proyectando las tendencias sociales imperantes en nuestro país al microcosmos que suponen las elecciones locales, podemos colegir unos escenarios más o menos acotados.

En todos ellos, se tiene en cuenta el sistema electoral actual, sin la reforma de la que se viene hablando un lustro, y en todos ellos, resulta ganador el PSOE. Los escenarios se dividen en porcentaje de voto de la primera fuerza política, teniendo en cuenta que el partido socialista parece haber alcanzado su techo electoral en la ciudad, que los partidos de derecha tienen trecho para recuperar y que los debates sociales impulsarán una contienda en la izquierda.

En estos cálculos ha de tenerse en cuenta que la mayoría absoluta deja de estar en los 11 escaños actuales para ser de 13. Se han calculado todos los porcentajes para equipararse con los marcados por los partidos en las últimas municipales, más las variaciones debidas a los movimientos demográficos y las derivas ideológicas de las formaciones políticas. El umbral mínimo es del 5%.

Servicios

El crecimiento experimentado en estas dos décadas habrá obligado a las diferentes administraciones a reforzar unos servicios ahora mismo renqueantes, y en muchos casos, deficitarios.

Para empezar por lo más básico, nuestros centros de salud dependen de una estructura, la zona básica de salud, definida en 1984, para atender a una población que podría oscilar entre 5.000 y 25.000 habitantes, en una norma autonómicamente modificada, pero cuya definición poblacional no ha cambiado desde entonces, dejando mano a la Consejería de turno para delimitar dichas zonas.

Hay que tener en cuenta que de lo que se habla aquí no es del centro de salud (o más recientemente, Centro de Atención Primaria) sino del marco territorial del que dependen dichos centros. ¿Cuántos centros de salud (o de Atención Primaria) tiene nuestra ciudad? Dos. Quizá nuestros lectores estén levantando una ceja preguntándose si el plumilla no sabe contar, antes de que les contemos que lo construido en La Rinconada no es un centro de salud, sino un consultorio local. La diferencia entre uno y otro no es otra que el nivel de atención y de profesionales disponibles, siendo el consultorio la versión rural y descafeinada del centro de salud. Con el aumento poblacional, bien se crea un nuevo centro de salud, o más probablemente, se aumente el rango del consultorio de la calle Ginés.

No obstante, existe otra vía, la construcción de un Hospital de Alta Resolución (HARE o CHARE), una iniciativa aprobada por la Junta en 2000 para crear hospitales comarcales que sirviesen a poblaciones de entre 30 y 70.000 personas, descargando a los hospitales de referencia y a los propios centros de atención primaria de carga de trabajo con, por ejemplo, una zona de urgencias dedicada, consultas de especialistas y cirugía ambulatoria.

Sin olvidar la salud, a día de hoy existen 13 oficinas de farmacia, el máximo que permite la ley. Cada farmacia debe servir a un mínimo de 2.800 personas y a un máximo de 4.000 (por cierto, limitación establecida en 1944). Atendiendo al texto, para los niveles de población de los que hablamos, nos sobraría, pero a los habitantes del centro de la Unión les esperaría un paseo de 2 kilómetros a pie hasta la farmacia más cercana. Por cierto, existe distancia mínima entre farmacias y farmacias y centros de salud (250 metros para ambos casos), sin embargo no existe distancia máxima.

Entretanto el mapa farmacéutico andaluz estará congelado hasta 2023, cuando se convoca la próxima subasta. Posteriormente, cada 5 años.

Seguridad

Si existe un axioma urbano indiscutible es que a mayor cantidad de población, mayor conflicto.

En esas estamos cuando, a día de hoy, ya nos faltan policías. Como hemos dicho en alguna ocasión, la recomendación de la FEMP (Federación Española de Municipios) es de 1 policía por cada 667 habitantes, y Europa, que en esto de la seguridad no relaja, pide 1 agente por cada 555 habitantes. Si hacen las cuentas, con la población actual deberíamos contar con 70 policías locales (hay 40), que se elevarían a 92 para 51.000 habitantes.

Si hablamos de bomberos, la ratio definida por Europa es de un bombero por cada 1000 habitantes, aunque aquí entramos en las procelosas aguas del convenio firmado en 2018 entre Ayuntamiento y Diputación, por el que, básicamente, la extinción de incendios es de ámbito provincial. Según el convenio, tenemos 10 bomberos profesionales, en retenes de 2 (más uno voluntario), muy por debajo de la exigencia europea.

Para más abundancia de cifras, a diez años —esperando que en el entretanto esté finalizado el nuevo Parque Central de Bomberos—, la necesidad será de casi el doble. Además, el nuevo parque servirá para toda la zona norte de Sevilla.

Presupuestos

Como ya explicamos, la subida de población hará que las administraciones superiores nos miren con ojitos, pasando a participar de una tajada mayor de los tributos estatales y autonómicos. Además, los ingresos por los tributos locales también se verán incrementados, amén de posibles subidas de estas mismas tasas y otros precios públicos.

Empero, de la superación de los 50.000 habitantes nace también la obligación legal de presentar una Memoria Justificativa del coste y rendimiento de los servicios públicos (además del coste efectivo actual, consultable públicamente en el Ministerio de Hacienda), y una Memoria demostrativa del grado de cumplimiento de los objetivos programados en los presupuestos anuales.

Con todo, estos nuevos presupuestos deberán servir para dotar a la administración local de mayores recursos personales, aumentando una plantilla que actualmente cuenta con 120 funcionarios (y 33 vacantes), y una estructura laboral de 155 trabajadores (y 58 vacantes).

Diez años que cambiarán la forma y figura de nuestra ciudad, que traerán retos a la administración pública y al vecino de a pie. Parece mucho tiempo, pero es un suspiro.